viernes, 29 de mayo de 2009

La afectividad

Cuando eres pequeño, no tienes gran conciencia de nada, más bien tienes una dependencia, reconoces los elementos de seguridad, que son tu familia y personas cercanas, pero no alcanzas a identificarlos claramente, así los hermanos mayores son reconocidos pero poco más, después sí, después vas asimilando los vínculos, pero de una manera posesiva, como algo tuyo propio, el cariño, el amor se desarrolla más adelante, en una combinación de la racionalidad y de emoción, también y durante mucho tiempo el egoismo de la seguridad que te brindan.

En un primer momento, el amor es unívoco de los padres a los hijos, aunque en gran medida también ese amor es egoista, ya que te proporciona una satisfacción incomparable, así el amor mutuo es algo más ligado a la convivencia, al conocimiento mutuo y crece con el tiempo, sobre realidades. Haciéndose un amor más real, más racional, menos egoista y posesivo y más altruista.

Pero otro proceso que tiene lugar a la vez es el aprendizaje y la admiración, que tendrá sus altibajos, en un momento esa adiración decaerá, para ser recobrada después, cuando superas la etapa de individualización, de afianzar tu personalidad.

Así, mis recuerdos de la infancia son como pequeños fogonazos en la memoria, asociados a una sensación de seguridad y calor, por la presencia de mis hermanos o mis padres, algunos recuerdos de juegos y de convivencia que van siendo más abundantes y claros cuanto más mayor me hacía.

Recuerdo a mi hermana, en la pizarra de mi clase de parvulitos conmigo para que yo no llorase, recuerdo cuando me llevaban y cuando me recogían como momentos de gran alegría, pero que se truncaba sin motivo aparente y desaparecía con la misma rapidez debido al deseo de una chuchería, ponerse o quitarse el abrigo o lo que sea, y el ir poco a poco aprendiendo lo que se debía hacer por repetición, descubriendo cosas que me gustaban y las que no. Pero curiosamente, también recuerdas esos momentos en que perdías pie al dejarte un poco más tiempo a la salida, porque llegaran tarde o como una vez que mi hermano se olvidó de mí, años más tarde, indefenso y sin atreverte a tomar una decisión te veías atrapado en todo por tu escasa independencia.

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