lunes, 18 de mayo de 2009

Gente divertida

Un día descubrí que la gente que más me gustaba era la gente rara, me hice amigo de un chico solitario que contaba historias muy raras, que no terminaba de creerme, o quizá sí, pero que eran divertidas, con los años descubrí que también los que cuentan historias divertidas pueden dejar de hacerlo y convertirse en gente que no me gusta.

En una marea de gente, hay que aprender a diferenciarse, yo creí que era buena idea, pero me equivoqué como otras veces y años después volví a descubrir el encanto de no diferenciarse, de no ser nada, de no ser nadie, pero no lo puedo evitar, qué se le va hacer, soy diferente entre la gente, no soy él único, ni el más gracioso, ni el mejor en nada, pero soy yo, no me queda más remedio.

Y los años pasaban y podría obviarlos, pero no quiero, estoy casi dispuesto a contarte lo que viví, así que si quieres puedes acompañarme en mi viaje, que empezó en una ciudad, que yo no conocía de ella ni su nombre, ni nada, y así fue durante muchos años, lo único que conocía era mi casa, y mi casa era donde estaba mi madre, siempre fue así hasta que mi casa empezó a dejar de ser mi casa y mi casa poco a poco se convirtió en mi casa.

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