jueves, 15 de octubre de 2009

La vida se va apagando

Cuando la vida de alguien que quieres se va apagando, cuando le has conocido en su apogeo y era el más grande para tí, cuando recuerdas todos esos momentos de disfrute, de alegría, de derroche y salud, no puedes más que sentir tristeza, sabedor que cierta vida, no es vida, si no decadencia, que a veces, alguno se ahorra, que a veces te toca sufrir.

Entonces, el silencio, te oprime, qué decirle, nada, un beso, preguntar qué tal, contar tu cotidianeidad, en expansión, tus buenos momentos, como antes fueron los suyos, deseando hacerlos tan bonitos como los recuerdos que fueron y ya no son, deseando dejar un poso tan bueno como el que él dejó.

Y me pregunto qué pensará, aunque le veo sufrir, no lo hace, creo, espero, porque las facultades como la energía van bajando.

Y me acuerdo de todos aquellos que ya no están, ¿no están?, si, si están, están conmigo, en mi recuerdo, en mi corazón, en mi vida, en mis genes, en los de mi hija, una nueva vida, que verá, espero, deseo, rezo por ello, mi vida apagarse, y así seré feliz, como él lo es, espero, deseo, rezo por ello.

Me acuerdo de aquellos viajes, de la vida en verano con sus amigos, riendo, cantando, comiendo, bebiendo, en plenitud, y con eso me quedo, con ese mundo que fue y no volverá, aunque siempre va conmigo, con lo bueno, con el amor que tiene y se llevará encima, de traje, de traje nuevo, que nunca se estropea, que no envejece, y mientras, un poco de tristeza atenuada, esperando lo inevitable, porque en lo inevitable, también está la vida, y rectifico y lo sufro, pero en cierta manera, me animo.