martes, 26 de mayo de 2009

El niño viejo y el Quijote

Recordando la infancia, me acuerdo de una vez que uno que trabajaba en el barrio en un banco me dijo que era un niño que parecía un viejo, y yo molesto porque no sabía a qué se refería y después lo descubrí, porque cuando era pequeño creía en España, yo era un patriota, tenía un sentimiento de comunidad con el resto de españoles, pensaba que el bien general era lo más importante, hasta creía que era honroso dar la vida por España, creía en héroes, pensaba que las hazañas de un pueblo de pastores y guerreros medievales que conquistó Europa y descubrió el Nuevo Mundo era algo grande de lo que sentirse orgulloso, pensaba que ser de un país que llevó su idioma y su cultura por varios continentes, que aquéllos que vivieron y murieron eran parte de mí, creía que esos héroes en Lepanto salvaron a Europa de los musulmanes y que por eso gozábamos de más libertad y prosperidad que esos sucios y pobres extranjeros, creía que éramos una nación, el primer Estado moderno de Europa, del Mundo.

Luego me hice mayor y descubrí que en España los héroes eternos no duran dos telediarios, que aquéllos que vencieron por España debieron ser unos fanáticos, violentos, unos palurdos, ruines e imperialistas o unos pobrecillos explotados, o todo a la vez, aprendí que no se debía uno sentir contento con ello, y sobre todo cuando hablases con otros españoles, ya que la mayoría rechazan las glorias de España como algo vergonzoso, cuando no lo consideran un horror y van con los enemigos, que prefieren poner una flor en la tumba de Saladino que en la de Cervantes, que por suerte no han leído, porque si supieran de lo que habla, que fue soldado de España, héroe y cautivo de los sarracenos, que Don Quijote personifica sus ideales infantiles y juveniles, ese sentimiento común del español intemporal, el deseo de gloria, la caballerosidad, el honor, unos ideales guerreros y que Sancho, es el español cuando pierde el ideal y decide vivir acorde a la sociedad, preocuparse solo en lo común, en comer, en el dinero, en la vida familiar, y que se hace ignorante aunque espabilado, mientras su señor, sus ideales le llevan a viajes fantásticos por la antigüedad, con sueños, damas y desfaciendo entuertos, luchando contra gigantes y que de vez en cuando se da cuenta de lo irreal de los ideales, otras cree en ellos, pero su alter ego soñador, caballero medieval sale de todas las aventuras magullado y por otro lado están el bachiller Sansón Carrasco que personifica la razón y el cura que personifica la Iglesia Católica, la religión del pueblo, y ese soñador cree que salva a damas, que lucha contra monstruos, que su amada Dulcinea es una bella y noble dama, esa España y no una pueblerina analfabeta, y esos duques en los que cree, una aristocracia y no unos golfos, que con falsas promesas solo pretenden pasarlo bien.

Y esas ventas que no son castillos, ni esos molinos son gigantes. "Quiténseme delante los que dijeren que las letras hacen ventaja a las armas".¿Cuán menos son los premiados por la guerra que los que han perecido en ella? Pero, Don Quijote muere, pero persiste en la mente de todos perezosos y torpes, cobardes y traidores, como el Caballero de la Triste Figura, el hazmereir del Carnaval, pero más internacional que ningún otro español, más apreciado que ningún otro español, más admirado y respetado que ningún otro español, porque ese ideal nos hizo grandes y de mayores cuando muere nos hace pequeños.

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