martes, 26 de mayo de 2009

El fútbol

En la infancia, las categorías sociales son implacables, al principio somos masa, pero se elige capitanes, para hacer equipos, entre los más altos, los más mayores y se empieza a elegir, yo a Juan, yo a Pedro, yo a tal, yo a cual, y van quedando los malos, los paquetes, ¡qué humillación! quedar el último, el más maleta, el gordo, torpe, el paquete, generalmente empollón, poco agraciado con aptitudes deportivas, ¡venga! de estos dos eligo a este, tú al otro, aunque si no juega, mejor.

Y la aristocracia deportiva va desde el delantero, el que juega mejor, a los defensas, y por último al portero, aunque a veces, ni eso, ¡Pásame, pásame! Pero qué te van a pasar inútil, paquete.

Se crean disitntos ámbitos, la clase, el patio y los deportes, ser bueno en alguno de los deportes hace subir en el escalafón, aunque todavía hay una fase anterior que hay que superar, la del marginal, el marginal no juega hasta que le admiten, ese marginal viene de otra clase o de otro colegio, es un bicho raro, y hay que conseguir superar esa fase, también se puede sucumbir en ella siendo el peor de un juego, incluso se puede ser auto marginado, el que prefiere jugar con las niñas, porque le gustan a unos o porque le gustan más sus juegos a otros, a ambos más tarde tendrán un futuro como actores porno unos y como presentadores de programas del corazón en televisión, los otros.

Marcar un gol, era el éxtasis, hacer una buena parada, un éxito, hacer una entrada, ganarse el respeto y el miedo, ganar un partido era vital, fundamental, importante, de hecho, pocas cosas más importantes.

Otra opción era ser el dueño del balón, lo que confería estatus, poder, mucho poder, poder de exclusión, de seleccionar a los jugadores, de rodearte de gente de éxito, del grupo.

Para ello, el tipo de cada uno es fundamental, el que juega bien, juega bien, el que no, un desastre, el bueno lo es en casi todos los deportes, salvo el bajito en baloncesto, que es un cero a la izquierda, un espectador dentro de la cancha. Pero eso fue después, cuando se convirtió en un deporte de moda, quedando el fútbol para los clásicos, la clase baja y el baloncesto para los más guays. El mundo infantil es cruel, no sé si lo sabéis, supongo que sí, pero también es un aprendizaje, los perdedores, los malos estudiantes, en el mundo exterior les suele ir mejor, porque desarrollan un espíritu de superación mayor, porque desarrollan en vez de la competitividad las cualidades sociales, porque aprenden a ser fuertes, no por naturaleza sino como reacción a la misma. Están bien los deportes, pero el deporte no siempre enseña a vivir, aunque te evita estar en el peor lugar en el peor momento, pero eso vendrá después.

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