miércoles, 20 de mayo de 2009

El patio

Cada uno expresa su carácter desde que existe, yo he tendido a vivir con seguridad, aunque no por ello he dejado de vivir mis aventuras, y el lugar donde tienes que probar tu valor en la niñez es el patio del colegio, yo he estado en varios y en todos hay que luchar, pero la principal lucha está en guardar tu integridad con palabras, con tu presencia física y en último caso peleando o repeliendo los ataques, el respeto se gana, la vida es cruel con los débiles y eso se les marca en el carácter.

Los débiles también tienen sus estrategias, uniéndose en forma de guerrilla que ataca a traición o ya más adelante apelando al poder, amparándose en él, en su fuerza, mediante la técnica del pelota o mediante la delación, el típico chivato. El problema del débil es que carece de estimación social, asimismo interioriza el miedo, pierde autoestima y eso le lleva al resentimiento, a la venganza, al odio, y a su vez a un comportamiento cruel con el ser humano, atacando a la mínima a la debilidad del prójimo, procurando ser hiriente, mofándose del que puede y en última instancia haciendo la vida imposible al más débil, señalando a los poseedores de la fuerza bruta la víctima propicia, para ponerse a salvo él mismo. También está el que juega con las niñas y se esconde en sus faldas de los otros niños.

El patio se convierte en la plasmación de tu sociedad infantil, donde hay jefes, los amigos de ellos, los peones y los débiles, también los rivales que se muestran como enemigos, ahí puedes participar mucho, o poco, significarte mucho o poco, ir generando una red de amigos o sociabilizando por la pertenencia conjunta. La habilidad en un juego, generalmente el fútbol, te dará prestigio y te posicionará mejor o peor, en función de la excelencia, también la suerte interviene, un gol, una parada a tiempo pueden servirte de promoción social. Por supuesto, la fuerza bruta y el tamaño son elementos de poder, o contar con un hermano o primo influirán positivamente en esa categoría social. En la mayoría, la inteligencia y la habilidad serán las armas de supervivencia y encaje, y después será el grupo.

Las niñas están pero no comparten los juegos, ellas tienen sus espacios, sus juegos y su apego al poder o a la autoridad de ese momento, pero en ellas no es signo de debilidad, sino de fortaleza.

La autoridad, en estos casos es una cuidadora o un cuidador, una persona por lo general bondadosa, pasota, a su aire que tiene la potestad de castigar, el poder, y por encima de ellos siempre hay un ente superior: el director, el padre tal, la superiora, un ente casi imaginario según la visión infantil. Lo único que pretenden evitar estos cuidadores es el daño físico.

Pero en ese momento se está creando el futuro adulto, que en uso de su libertad, se enfrenta al mundo exterior, ese patio donde comienzas a jugar con mucha gente, donde uno tiene que encontrar su sitio. En ese patio te individualizas, estás desprotegido de tu entorno familiar y de las normas de las aulas, allí hay que buscar lo que te divierte, con quién y reflexionar cómo quieres que te vean, de ahí sale el individuo, el ser humano en sociedad, el líder, el intelectual, el criminal, el arribista, el chupatintas, el aventurero,... Y uno se resiste a salir, mejor en casa, con mis juguetes, pero no hay elección, hay que vivir, compartir virus, aprender a ser. También el recreo es la libertad, la expansión, la liberación de fuerzas y su choque y ordenación, el patio es la vida.

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