miércoles, 11 de noviembre de 2009

Mi padre

El primer recuerdo que tengo es de alguien grande, muy grande, con barbas, sonriente, el último tumbado, y seguía y sigue siendo grande para mí.

Desde uno y otro recuerdo, han pasado treinta y tantos años, toda mi vida, la mitad de la suya, y desde entonces recuerdo muchísimos momentos, muchos consejos, que trataban de encauzarme, que aunque soy buen tipo, del todo no lo consiguió.

Aunque así y todo, le agradezco tantos y tantos momentos que me enseñaron a estar en el mundo, sin chulería, pero con aplomo, con peso específico que diría, manteniendo un criterio independiente, seguridad en mi mismo, y empatía con el mundo circundante, con respeto a todos, por insignificantes que parezcan.

También heredé de él, una gran afición por los bares, por la vida, a veces, un exceso de afición, pero bueno, nadie es perfecto, tampoco mi padre, mucho menos yo.

Sus últimos meses fueron duros, pero cuándo no es dura la vida, siempre trabajando para vivir, ayudando a muchos a vivir, a nacer, a varios miles, a ricos y pobres, por igual, aunque siempre le vi tratar mejor a los pobres que a los ricos, con comprensión y bondad hasta por el más descarriado, aunque trataba de ser duro, no podía, porque la humanidad era su principal virtud.

Hicimos muchas cosas juntos, yo siempre iba pegado a él, a los bares, al fútbol, a cazar, a comprar, de viaje, nunca se me pegó ni el gusto por el juego, ni por el fútbol, aunque pasé tardes y tardes viendo jugar a las cartas, al mus y al póker, muchas tardes de fútbol, del Real Madrid, de sus amores.

Tampoco cogí su capacidad de silencio, y soy un charlatán, qué se le va a hacer, aunque creo que el silencio te llega con la edad un poco, pero yo no creo que lo consiga.

En fin, tendría mucho que decir pero no voy a hacerlo, un beso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario